APROVECHEMOS LAS ELECCIONES

Empezó en serio la campaña política. El año entrante tendremos elección de Congresistas y Presidente de la República. O Presidenta, pues varias mujeres han manifestado su intención de postularse, lo cual es una edificante manifestación de pluralismo. Con esta notable noticia, la consulta liberal, los planteamientos del Polo, la discusión interna en el Partido Conservador sobre si van o no con candidato propio, la incertidumbre sobre lo que hará Cambio Radical, la reciente postulación del Partido de la U y el referendo reeleccionista, comenzó el proceso electoral, que promete ser interesante.

Lo será en la medida en que se aprovechen las elecciones para debatir amplia y públicamente los temas que inciden en la vida de los colombianos: el acuerdo humanitario y la paz, la democracia, la crisis económica mundial, la economía, la recesión, el desempleo, la desigualdad y la pobreza, las relaciones internacionales, la justicia, la parapolítica, el TLC, la educación, en fin, los aspectos prioritarios de la múltiple agenda nacional.

Un proceso eleccionario es la gran oportunidad que tiene toda sociedad democrática para examinar de fondo en qué está, para donde va, cuáles son sus problemas agobiantes, cuales las soluciones, que perspectivas tiene en el futuro, cuales son los mejores caminos para crecer, progresar y lograr bienestar. Y quien o quienes, en la Presidencia y en el Congreso, representan posibilidades válidas de mejoramiento. Es la ocasión más apropiada para que los Partidos se consoliden y logren credibilidad, y sus líderes impacten a la comunidad con análisis y propuestas.

Un tema infaltable en la discusión debe ser el de la descentralización. En la Constituyente se debatió ampliamente al respecto. Conclusión general fue la de fortalecer lo local, dar solidez institucional a los departamentos, crear la posibilidad de tener regiones y provincias y brindarle al país un nuevo ordenamiento territorial. Se aprobó la elección de Gobernadores, se entregaron competencias y, entre varias importantes decisiones, se dispuso que las Entidades Territoriales tuvieran participación en los ingresos corrientes de la nación. Había buen ánimo y compromiso. Y Colombia alcanzó a ser señalado como un Estado descentralizado, ejemplo en América Latina.

Pero se perdieron el entusiasmo y el compromiso. Vivimos un proceso de recentralización, nada conveniente. Se recortaron las llamadas transferencias y cada día que pasa son menores las atribuciones de los gobiernos locales y seccionales, mayores los trámites ante el poder central, y el ámbito de las definiciones sobre aspectos muchos que debían asumirse en los territorios han vuelto a corresponder a la órbita de lo nacional.

Es hora de un debate a fondo sobre la descentralización. Ningún momento más apropiado que el de la política y las elecciones. Muchos creemos que es necesario corregir el rumbo en esta materia, partiendo de un examen sobre la forma como se han aplicado los mandatos constitucionales y estableciendo las conveniencias del momento. El mundo avanza hacía las autonomías y el federalismo. No vaya a ser que en este aspecto también nademos contra la corriente.

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